Para una inversión tan grande como es comprar una casa, parece que la razón sea lo que tenga que primar. Al fin y al cabo, ¿cómo vas a tomar una decisión así guiándote por lo que te dice el corazón? Sin embargo, hay muchos motivos por los que la compra de una casa puede acabar siendo una elección que depende de la emoción. Hoy te contamos por qué.
Crees que es una decisión para toda la vida.
Te has enamorado de la casa.
Te pueden las opiniones de otros.
Urgencia por comprar.
Entonces… ¿solo escucho a la razón?
Crees que es una decisión para toda la vida.
Es cierto que si vas a comprar una casa, especialmente si es una primera vivienda, tienes que estar seguro de que la vas a utilizar un tiempo. Los expertos recomiendan cinco años mínimo, aunque nada está escrito en piedra.
Muchas veces, a la hora de comprar una casa, se piensa en los planes que uno tiene para el futuro: Formar una familia, tener los hijos que se quieran tener, adoptar una mascota… sin tener en cuenta cuánto tiempo van a llevar esos planes, o si realmente estás seguro de que vas a completarlos.
La vida da muchas vueltas, y nunca sabes dónde se puede acabar. Si no estás seguro de que lo vas a necesitar, comprar algo demasiado grande y caro puede pasarte factura.
Te has enamorado de la casa.
El flechazo inmobiliario también existe. A veces, vamos a visitar una casa y el posible comprador está encantado: El salón es exactamente como se lo imaginaba, la vivienda es luminosa, le encantan las vistas, y se ve a sí mismo viviendo muchos años en ese lugar.
Tener buen «feeling» con una casa es muy importante para comprarla, pero no puede ser el único factor que te impulse. Igual que con todos los amores a primera vista, hay que asegurarse de conocer un poco más la casa antes de seguir adelante.
El problema de dejarse llevar por un flechazo es que te puede cegar a algunas cosas que puede que más tarde no te convenzan, como el que no esté en la zona que prefieres, o que no tenga algunas características que más tarde te parecerán esenciales.
Te pueden las opiniones de otros.
Pedir el consejo de amigos y familiares es muy normal, y hasta recomendable, pero no puede ser lo único que te influya a la hora de comprar una casa. Tus circunstancias y necesidades pueden ser muy distintas de las que pueda tener la gente a tu alrededor, y un consejo con la mejor de las intenciones puede no ser bueno para ti.
Por otro lado, está la presión de lo que creemos que «deberíamos» estar haciendo. Si no estás completamente seguro de que quieres comprar una casa, pero crees que «ya toca», porque ya tienes una edad… no la compres. Tú sabes mejor que nadie el tipo de vida que quieres vivir, independientemente de lo que las expectativas sociales te impongan.
Igualmente, tampoco te dejes llevar por lo que otros pensarán de las características de tu casa. ¿Realmente necesitas cuatro dormitorios, o tres son suficientes? ¿Te hace falta tener piscina, o solo la vas a usar un par de veces al año?
Todo esto son cosas que hay que tener en cuenta a la hora de comprar, y que tienen que ser guiadas por la razón.
Urgencia por comprar.
Aunque normalmente la palabra «urgencia» se asocia a vender, la urgencia por comprar también existe, y es una emoción que puede afectar mucho a la decisión final. Ya sea por un traslado repentino, necesidad de abandonar un alquiler, o cualquier otro motivo, la prisa nunca es buena consejera.
Antes de empezar a buscar una casa, tómate el tiempo para pensar en lo que quieres realmente, el presupuesto que tienes, los elementos imprescindibles que necesitas, y los motivos por los que quieres comprarla. Apúntalo, y solo entonces comienza la búsqueda.
Es un proceso un poco más largo, pero al final te merecerá la pena.
Entonces… ¿solo escucho a la razón?
Hemos estado hablando de los motivos emocionales que pueden llevarte a hacer una mala compra, pero la verdad es que tomar una decisión puramente racional tampoco es buena idea. Al igual que la emoción te puede llevar a ignorar abiertamente los defectos de una vivienda, la razón te puede llevar a hacer una compra que no te convenza completamente, aunque tenga todo lo que buscas.
Por buena que sea la vivienda, hay veces que emocionalmente no conseguimos convertirla en un hogar, y eso tampoco es una buena compra. Así que… ¿cómo conseguir el equilibrio entre razón y corazón?
Si llevas tiempo leyendo este blog, sabrás donde está la respuesta: Busca un buen agente inmobiliario. El buen agente sabrá buscar la casa que tiene todo lo que necesitas, pero también tendrá en cuenta tus propias emociones, para asegurarse de que acabas 100% satisfecho con la compra.
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